El Palacio De La Risa; segunda entrega. Hoy: «EL EMPERADOR»

Y hoy es el día de la segunda entrega de “El Palacio de La Risa”, una tragicómica comedia en la que la realidad supera ampliamente a la ficción. Por más que nos esforcemos en crear una fantasía, la realidad está ahí, más grotesca y bizarra que nunca.

Juan Baustista Alberdinangus es un apasionado de los temas judiciales al que le gusta poner la mejor carne al asador. Le gusta la carne bien cocida. Dice que así se eliminan mejor las bacterias y parásitos; indecorosos para un Palacio. Siempre recalca que las opiniones son libres y los hechos son sagrados.
Por eso, esta segunda vez nos contará una fábula sobre la presunta resurrección de un antiguo emperador romano, quien, desde “El Palacio de la Risa” se jacta de manejar la justicia del Imperio de Chubut y al Superior Tribunal de Justicia a control remoto, o por celular, si es que no se le cansan o lastiman los deditos discando.

Mucho se habló en estos últimos tiempos de lijo, lija y motosierra. Pero en este caso, con epicentro en una aldea de la cordillera chubutense, cuenta la historia que “El Emperador” haría algo similar a lo de aquél juez de Buenos Aires, que se creería impune, y utilizaría el poder que le otorgó el estado para sus propias necesidades, e incluso, para sus innecesidades.

El bizarro y tragicómico emperador bien podría provenir de la República de Mataderos pues, como dice la canción del “verdinegro”, Chicago es fiesta y carnaval.

Comprendiendo el linaje

Un estudio de ADN demostraría que está compuesto en un 10% de sangre de inmigrante senegalés (por el reloj de oro falso que utiliza); un 29% de rata (aunque no puede saberse con certeza si lo sería por lo miserable o por la asquerosidad que da la forma en que se presenta en las audiencias, con zapatillas de basquetbolista y sin respetar la investidura de su cargo); un 20% de Carlos Ruckauf (por su implante en la parte más alta y monda de su cabeza); un 10% de Alberto Olmedo en el sketch del dictador de Costa Pobre, y un 31% de Marcelo Polino.

Pero no nos interesa ahondar en la materia. Sólo lo decimos para que los científicos anoten los resultados y la ciencia no vuelva a replicarlos.

Cuenta la leyenda que habría venido fugado de Buenos Aires, después de haber sido descubierto por vender certificados de divorcios inexistentes. Cuenta también la historia que habría tenido la suerte de la lentitud de la justicia y que su causa habría perimido por el transcurso del tiempo… ¡Qué suerte tienen algunos!

En la aldea chubutense, aprovechando la tranquilidad e inocencia de pueblo, creó su propio imperio. Se codeó con políticos y poderosos, y aprovechó como nadie las mieles del poder. Pero claro, si algo no tiene es una pizca de tonto: sabe qué es usar a alguien y luego, cuando ya no le sirve, tirarlo. Se lo pueden preguntar al ex jefe de aldeanos, un tal Williams, o a un vicegobernador hoy devenido en menos (ampliaremos…).

Favor con amor se paga.

La forma en que actúa es siempre la misma: prometería empleos o ascensos a cambio de favores. A veces cumpliría y a veces no. Así fue como habría conseguido un alquiler barato ni bien llegó a esta aldea, o hacer muebles o rejas para su castillo privado, o evitar enfrentamientos con gremialistas judiciales.
¡Dios libre a quien caiga bajo sus garras!! Un importante académico, por ejemplo, que tuvo la mala idea de venderle su alma para congraciarse, tuvo que ir un día a armarle la cama en su vivienda…


Y ni hablar del audio que circula por ahí (guardado por algunos bajo siete llaves), donde un trabajador sexual a quien habría contratado dice haber recibido la propuesta de entrar a Tribunales, a la Municipalidad o al Banco del Chubut, donde él quisiera, seguramente para pedirle descuento o para evitar tener que pagarle en el futuro.


¡Quiero más plata, plata, plata para sentirme rico, y para seguir comprando cosas que no necesito!!!

El dinero es su obsesión. No sólo lo multiplica, sino que directamente no lo gasta. Todo se lo haría pagar al fisco o a quienes les promete favores. Su flamante embarcación, por ejemplo, descansaría en las tranquilas aguas de un club en el cual no pagaría cuota alguna y del que ni siquiera sería socio. Y el brevet lo habría conseguido en tiempo récord (¿y sin hacer el curso?) donando computadoras viejas de su imperio decadente al organismo náutico. Así de fácil. Claro, estas cosas alguna vez deben pagarse.

La pomadita, el dedito, y los modales.

La mejor anécdota, sin embargo, la refiere un médico cuando el emperador se lastimó su dedito -quizás discando al Superior Tribunal-. Lejos de comprar el ungüento en la farmacia, el emperador le pidió a él si le facilitaba un pomo de ese medicamento. Gratis y de favor, por supuesto. Al día siguiente, ni bien lo vio entrando a tribunales, en lugar de saludarlo con un “buen día”, como hace la gente educada, directamente le inquirió: “¿Trajiste la pomadita?”.


¿Sería tanto su pesar por el dedito herido que olvidó el cordial saludo a su humilde salvador? Como dice el dicho: “Nunca confíes en la renguera de un perro, ni en el llanto de un histérico”. Solo le interesa lo que a él le interesa. No tiene relaciones sinceras. Un crack.


¿Ya tiene las cejas en la nuca?. Pues hay más.

Si. Hay más. En el supermercado más grande de la aldea todavía recuerdan esa vez en la cual habrían sorprendido a una persona cambiando la etiqueta del precio de un cordero por la de un envase de carne picada. Y también cuando esa persona aparentemente habría “chapeado” con ser magistrado-emperador para zafar de la situación al ser descubierto. En la retina de todos los protagonistas todavía está fresco, también, cómo un gerente de esa firma se mordía la lengua cuando la empresa le ordenó no hacer la denuncia respectiva, cuando por mucho menos –por ejemplo, cuando un chico se roba un chupetín- se deben aplicar los protocolos para que caiga todo el peso de la ley.


Ya lo decía Martín Fierro: “La ley es tela de araña, y en mi ignorancia lo explico, no la tema el hombre rico, no la tema el que mande, pues la rompe el bicho grande y sólo enrieda a los chicos. Es la ley como la lluvia, nunca puede ser pareja, el que la aguanta se queja, más el asunto es sencillo, la ley es como el cuchillo, no ofende a quien lo maneja».

Timbre para la UIF y para la AFIP

Sus colegas también están asombrados. A pesar de los suculentos sueldos que reciben, llegan justo a fin de mes, más aún si tienen a sus hijos estudiando en Córdoba o Buenos Aires. Pero el emperador derrocha dinero en sus vástagos (su hija, a propósito, dicen que habría sido ñoqui en el congreso) y, aun así, parece una planta de aloe vera: está lleno de propiedades. Se comenta que esto tendría relación con los pecados de juventud de sus años turbios en la gran ciudad. Una organización vinculada a la transparencia institucional, con ayuda de un par de abogados locales, estaría investigando la situación, y ya habrían advertido que algo olería mal en Dinamarca: muchas de esas propiedades habrían sido inscriptas a nombre de los progenitores o de sus hijos, cuando éstos en tales épocas no habrían tenido ingresos, o su capacidad económica o financiera sería ilógica para tales compras. Se ve que el grado de impunidad que ostenta es muy alto y ni siquiera lo hace cuidarse.


Estás despedido!!!!

Pero no nos vayamos de lo tragicómico. El emperador está convencido de que el poder no se tiene, sino que se ejerce, y por eso le encanta que sus súbditos leales le rindan pleitesía.
Los díscolos no tienen perdón, y por eso echó a un secretario cuando no le llevó torta de cumpleaños. Si, lo echó porque no le llevó torta de cumpleaños. Como usted lo está leyendo.
En realidad tenía razón: varios amigos le habían advertido al subordinado que debía hacerlo, y éste no les hizo caso. La sanción fue justificada.

Y hablando de súbditos leales…

Como en todas las cortes imperiales, el emperador siempre necesita de ayudantes. Gratis, claro. O pagados por el Estado. Por eso también se rumorea que siempre contaría con una asistente (santafecina o cordobesa), una especie de esclava contemporánea a quien le habría matado el hambre otorgándole un cargo y ella le habría jurado lealtad eterna. Dicen (porque la gente es mala y comenta) que sería la encargada de proteger los registros de licencias, pues el comentario es que el emperador volaría permanentemente a la ciudad capital con distintas excusas, y muchas veces volvería los lunes a la tarde o los martes, a pesar de que figuraría trabajando los lunes a la mañana.

Un gran circo.

No se desilusione!!!! El Palacio de la Risa es, en realidad, un gran circo!!!! Claro, no será como el Cirque du Soleil. Pero dígame, querido lector, si no es similar a aquél que en los años 50 recorría pueblos perdidos en la llanura pampeana con un lanzacuchillos alemán tuerto, una contorsionista paraguaya embarazada, un payaso alcohólico, un enano no tan enano (porque había crecido), un león hambriento, y un dueño peronista que lo único que le interesaba era buscar espectadores incautos para venderle pochoclo rancio de varias semanas.


Entonces estamos en carrera!!!! Y gracias a este tipo de personajes, que son una cantera inagotable de recursos, podremos seguir escribiendo esta sublime columna sin necesidad de pedir una pauta estatal para sobrevivir.


Efectivamente, hay más, mucho más del Emperador. Los autos que tendría y cómo los habría conseguido (viva el fútbol!!); las relaciones con determinados abogados; las personas que habría acomodado (incluyendo al hijo de un intendente galenso que, cuando bajó de La Mimosa, esquivó los valles húmedos y reclinó directamente en la cordillera), etc. Pero vamos a dejarlo para más adelante, porque también debemos tratar otros temas.


Al fin y al cabo, el mundo es un escenario, cada uno de nosotros los actores, y la rueda mágica de la vida –y el carrusel- siguen girando. No podemos, por tanto, detenernos en minucias.
Hasta la próxima y Felices Pascuas!!! La casa está en orden!!! (Como ve, ante esta tragicómica situación, El Palacio de la Risa nada más puede pedir!!!!).

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