Por Juan A. Zuoza
El flagelo más grande que tiene nuestra sociedad es la falta de justicia. Ésta es el símbolo más representativo de nuestro propio fracaso en lo que llamamos “civilización”. Sin justicia no existe forma de convivencia ni progreso; y eso es lo que nos pasa: es muy difícil la convivencia en un ámbito plagado de delincuentes, estafadores, y corruptos.
Pero, además, no sólo hay una falta de justicia en el Poder Judicial, sino también, burocracia, vagancia, inoperancia, amiguismo y corrupción. Y eso no es todo: el sistema de justicia es carísimo, elitista y exhibe perversamente privilegios de los “intocables” del sistema.
Si bien todo esto no es nuevo, la tecnología con la que contamos hoy en día, sí lo es; y abre nuevos horizontes para la calidad de vida de las personas y la convivencia en sociedad. Abre las puertas al progreso sano y a la construcción de una sociedad ejemplar, con futuro, y sin rejas en las ventanas.

A pesar de los temores que despierta todo lo nuevo; hay campos en los que la inteligencia artificial podría subsanar todos los errores, defectos y tentaciones del ser humano, y uno de ellos es el campo de la justicia.
Seguramente podremos criticar al uso de la IA como generador de desempleo en muchísimos sectores laborales. Fabricar o embalar una licuadora, un TV, o cobrar en un supermercado mediante una IA, sí es altamente cuestionable en función de que la IA debe estar en beneficio del ser humano y no reemplazarlo en tareas en las que éste se gana la vida; si no, tarde o temprano todos seríamos desempleados e incapaces de montar emprendimientos o industrias.
Pero en la justicia es distinto; estamos hablando de un eje esencial, imprescindible e indiscutible de la vida humana. Aquí necesitamos precisión quirúrgica en los análisis de las problemáticas, eficiencia, e inmediatez. La justicia que no es inmediata no es justicia. La justicia parcializada tampoco es justicia. La vista rápida y desganada de expedientes, tampoco es justicia. La falta de justicia mata el porvenir de la sociedad y de todo proyecto productivo.
Y ahora sí estamos en condiciones de dar un giro rotundo en la calidad de vida de toda la sociedad. Hoy es posible tener una IA que no sólo reemplace a los jueces, sino que reemplace a casi todo el poder judicial.
Imaginemos los miles y miles de millones de pesos que hoy pagamos de nuestros impuestos para un poder judicial corrupto e ineficiente, que se reduzcan a la cuarta parte o menos de su presupuesto y que además sea más de un mil porciento más eficiente que el sistema actual, y verdaderamente justo.

Una IA podría tener cargadas todas las leyes, normas, doctrina y jurisprudencia que regulan nuestras vidas y en pocos segundos resolver conflictos que tardan años en nuestro actual sistema inmoral y perverso. Incluso, sin movernos de nuestros hogares.
Una IA permitiría los litigios en tiempo real, o levemente diferidos en rigor de plazos procedimentales, pero siempre con la máxima eficiencia y la respuesta inmediata por parte del que juzga.
Se terminarían las chicanas judiciales, como las recusaciones de jueces, las apelaciones sin fundamento, y todas las chicanas que hemos visto, como las que estuvieron presentes en el juicio a Cristina Kirchner, en donde la defensa de la rea buscó -y logró- retasar la sentencia por años y casi logran una nueva inmunidad de arresto en su carrera frenética por burlar la justicia una y otra vez.
Citando el mismo ejemplo, una IA no tendría compromisos políticos, ni de poder, ni estaría esperando alguna coima que se deposite en algún paraíso fiscal. Esa misma IA, hubiese mandado a la corrupta directamente a una celda y no a su cálido departamento desde donde se mueve como si fuese una ciudadana de bien. Quizás también, la IA hubiese probado la asociación ilícita y su pena sería mucho más gravosa.
A una IA no la abrumaría que una de las partes presente toneladas de material probatorio, o material “obstaculizante” en los expedientes; analizaría todos los aspectos al mismo tiempo y hasta podría identificar maniobras dilatorias, evasivas y distorsivas de la realidad a ser juzgada y sancionar tal conducta.
Una IA hubiese evitado a jueces como Oyarbide, Zaffaroni; o a nivel local, ya tendría resuelta la situación del juez Petris, caso cuya investigación exclusiva estuvo a cargo Chubut Online, este mismo medio que dirijo y que repercutió en la prensa provincial y nacional por el contundente trabajo de investigación.
Una IA evitaría la puerta giratoria de los presos que son detenidos en flagrancia, o evitaría homicidios como el del niño Lucio Dupuy, que fue dado en tenencia por “la justicia” a su propia asesina.
Pero vamos a hurgar un poco más en la revolución que podría darse, si tan sólo se implementaría una IA para reemplazar a los jueces; Con una IA se podría incluso prescindir, en ciertos casos, de la intervención de abogados. Podría incluso, haber IAs simuladoras de litigios y asesorar a las personas que tiene un conflicto legal.
Dada la inmediatez de respuesta de las IAs, las partes en un litigio podrían tener más instancias de presentación de pruebas, pericias u otros elementos que la IA juzgará como procedentes, dilatorios o malintencionados.
Una IA destruiría, incluso, la ineficiencia del sector público, especialmente en lo que respecta a la tramitación de expedientes y sumarios administrativos, que en un 99% mueren en un cajón sin resolución por la burocracia e inexistencia real y práctica de mecanismos que permitan su resolución. Si bien lo administrativo depende del poder ejecutivo, los litigios administrativos y los sumarios podrían pasar al ámbito judicial para garantizar un tratamiento rápido y eficiente. Un claro ejemplo de la problemática en lo administrativo y los litigios que llegan a la justicia, es lo que ocurre en la ciudad de Esquel, en donde desde hace décadas funciona una facultad de derecho, hay una enorme cantidad de abogados, pero es casi imposible encontrar un solo abogado con voluntad de litigar contra el estado, o emprender un reclamo administrativo, por la burocracia y pérdida de tiempo que ello significa.
“Gratuidad” de la justicia.
Con todo el ahorro presupuestario que la aplicación de una IA significaría, sencillamente se podría pensar en que el acceso a la justicia sea sin costo para los litigantes. Con una fracción de lo que hoy gastamos en una justicia sucia e inoperante, se podría ofrecer el servicio sin costo alguno a los argentinos.
Pero eso no es todo, la población podría someterse a la justicia por hechos de la vida cotidiana que hoy nadie judicializa por sus costos e ineficacia, como cuestiones de convivencia con otros vecinos, contravenciones, infracciones, o reclamos monetarios menores que hoy la población desiste de hacer. Todo sería resuelto instantáneamente, o en plazos cortísimos de tiempo.
Apelación ante humanos.
Ya hemos visto en toda nuestra historia como nación que no hemos logrado superar la falta de justicia y la corrupción en el poder judicial. Sin embargo, es dable pensar en un tribunal de última instancia conformado por los más renombrados juristas apolíticos elegidos por votación general de la ciudadanía, sin estructuras partidarias, que sólo trabajen en virtud de posibles errores cometidos por la IA, imprevistos durante su programación.
Revisión de la jurisprudencia.
Hemos sido testigos también, de las contradicciones en la jurisprudencia, incluso dentro de la misma Corte Suprema de Justicia, en donde en una época se sientan precedentes y luego se falla en forma contraria.
Citar jurisprudencia en los litigios judiciales como base para el reclamo de una “igualdad ante la ley”, es un deporte cotidiano en el ámbito judicial. Pero ello es un arma de doble filo: hay jurisprudencia basada en el derecho y también hay jurisprudencia basada en el favoritismo hacia una de las partes, generalmente a favor de un sector de poder, un actor de la elite social, un político, o alguien que coimeó a un juez para tener un fallo a su favor.
Una IA, entonces, debiera poder ser independiente para poder analizar la jurisprudencia y si ésta realmente se ajustó a derecho, para así reparar en fallos futuros, las aberraciones devenidas de jurisprudencia antijurídica, valga el oxímoron.
Una legislatura acorde.
Toda IA se basará en la legislación aprobada por el Congreso Nacional, independientemente de otras normas sancionadas por otros cuerpos legislativos o autoridades con capacidades regulatorias.
Allí, sin dudas, se ocultarán los tramposos del sistema, tratando de modificar a su favor la legislación y así crear los “anticuerpos” necesarios para volver torpe a una IA.
Por ello, creo que también es necesario comprender la necesidad de reestructuración de todo nuestro sistema y de los tres poderes del estado. En pleno siglo XXI es incomprensible ver que para la elección de los integrantes de los cuerpos legislativos se sigan utilizando listas sábana, volviendo a los cuerpos legislativos un verdadero circo no representativo de la ciudadanía y por ende, el primer mal que más daño hace a nuestra sociedad, a la par de la injusticia.
Los opositores a la IA
Lógicamente, quienes hoy ostentan privilegios o comodidad en sus cargos son los principales detractores de cualquier nueva forma de sistema de justicia que atente contra sus intereses, status social, e ingresos desproporcionados. Total, la que paga los platos rotos es la sociedad que mira desde afuera la fiesta del poder judicial.
Seguramente habrá detractores de este tipo de cambios, sindicalistas, asociaciones de magistrados y todo tipo de agrupaciones de privilegiados que no estarán dispuestos a ceder un solo centímetro en sus inigualables derechos o privilegios.
Y esto hace que una medida que podría ponerse en práctica en poco tiempo, nunca se lleve adelante. Y seguramente nunca va a suceder. Los sectores de poder se aferran a sus privilegios y no los sueltan. Allí no existe el derecho a la igualdad, eso es para los giles.
Que el resto de los mortales tomemos conciencia de esta situación, es el único objetivo de esta nota.
Seguramente nada va a cambiar en mucho tiempo, pero sembrar la semilla de posibilidades reales de mejorar la vida de nuestros hijos o nietos es algo que me alienta a escribir.
Muchos cambios se dieron en la historia de la humanidad por la toma de conciencia de las poblaciones abrumadas por algún sector de poder. Ello despierta la esperanza de que en algún momento la utopía se vuelva realidad.
Deja una respuesta