Muerte por incendio y electrocución por cable de alta tensión. En Chubut puede pasar en cualquier momento

Un hombre murió calcinado en Río Negro al tocar un cable de alta tensión caído. En Chubut, la falta de mantenimiento podría causar una tragedia similar por el paupérrimo estado de muchas líneas. El gobierno hace oídos sordos pese a los constantes reclamos.

Una muerte imperdonable

La muerte de Enrique Carrasco, electrocutado y calcinado al tocar un cable de alta tensión caído en la vía pública, no es solo una tragedia aislada en Río Negro. Es, también, un espejo inquietante de lo que podría suceder en Chubut, donde la infraestructura eléctrica, especialmente en zonas rurales y protegidas, se encuentra en un estado alarmante de abandono.

El hecho ocurrió en Villa Regina, donde Carrasco circulaba en su camioneta por una calle común cuando el destino le tendió una trampa mortal: un cable de alta tensión yacía sobre el asfalto, sin señalización, sin intervención preventiva, sin nadie que se hiciera responsable. La escena que encontraron los bomberos fue dantesca: el cuerpo calcinado del hombre al volante de su Peugeot Boxer, consumido por el fuego provocado por el contacto con el cable.

En Chubut puede ocurrir en cualquier momento

Este tipo de incidentes deberían encender todas las alarmas, porque no son hechos fortuitos sino consecuencias directas de la desidia y el abandono. En Chubut, por ejemplo, hay múltiples líneas eléctricas dependientes de Servicios Públicos de la provincia, en condiciones mucho más precarias, especialmente las que atraviesan zonas naturales de altísimo valor ecológico, como el Parque Nacional Los Alerces, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Allí, desde hace años, pobladores, concesionarios y prestadores turísticos del parque denuncian que el tendido eléctrico que cruza áreas boscosas presenta postes podridos, cables expuestos y estructuras corroídas. No solo representan un riesgo de muerte como en el caso de Carrasco, sino también un peligro latente de incendios forestales en una de las reservas de biodiversidad más importantes del país. Los postes caen a la ruta 71 con frecuencia, y nadie —ni desde la Dirección General de Servicios Públicos ni desde el Gobierno provincial— asume la responsabilidad de una reparación estructural.

Lo más alarmante es que estos reclamos no son nuevos. Se han documentado, se han visibilizado, se han exigido soluciones. Pero el tiempo pasa, los gobernantes cambian, y los cables siguen colgando sobre los caminos y los bosques. Pareciera que no basta con alertar sobre la posibilidad de incendios catastróficos o de muertes absurdas como la de Carrasco. ¿Qué más tiene que pasar para que las autoridades de Chubut asuman que mantener las líneas eléctricas no es una opción, sino una obligación?

En definitiva, la tragedia ocurrida en Río Negro debe ser una advertencia concreta. Porque ese mismo destino podría repetirse, mañana mismo, en Chubut. Y entonces ya no se tratará de una fatalidad, sino de un crimen evitable cometido por omisión. Porque cuando el Estado deja caer los cables, también deja caer su responsabilidad.


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