Inflación en baja

La inflación sigue bajando a un ritmo nunca antes visto: solo 1,9% en julio.

Con un 1,9% en julio y apenas 17,3% acumulado en el año, la inflación registra la menor variación en más de cuatro años. El contraste con el desastre económico del último kirchnerismo es abismal.

La Argentina atraviesa un momento económico inédito en las últimas décadas: la inflación volvió a ubicarse por debajo del 2% mensual por tercer mes consecutivo, un logro que ni los más optimistas habrían imaginado hace apenas un año.

Según el INDEC, en julio el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró una suba del 1,9%, acumulando en los primeros siete meses del año un 17,3%, el menor porcentaje para este período desde 2020. En la comparación interanual, el 36,6% representa quince meses seguidos de desaceleración, un récord que marca el cambio de rumbo económico.

Este freno inflacionario no es casualidad, sino el resultado de un giro drástico en la política económica. El ministro Luis Caputo, respaldado por el presidente Javier Milei, implementó una estrategia fiscal y monetaria que erradicó el festival de emisión y gasto descontrolado heredado del kirchnerismo.

El contraste con el pasado reciente es brutal: en el último año del cuarto kirchnerismo, con Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa al mando, la inflación alcanzó el 211,4%, la más alta en más de 30 años. Una verdadera catástrofe que pulverizó salarios y ahorros, y que dejó al país al borde del colapso económico.

Hoy, la historia es otra. Pese a presiones estacionales —como el turismo de invierno y las subas en verduras— y al reciente salto del dólar, los precios se mantienen bajo control. La inflación núcleo, que excluye factores estacionales y regulados, fue de apenas 1,5%, la más baja desde enero de 2018.

El dato fue celebrado por Milei en redes sociales, calificando a Caputo como “el mejor ministro de Economía de la historia por lejos”. Y no es para menos: la media móvil de tres meses del índice general se ubicó por debajo de 1,7%, un registro que no se veía desde noviembre de 2017.

El éxito de esta política se apoya también en acuerdos con supermercados para frenar aumentos injustificados y en la imposibilidad de las empresas de trasladar a precios las subas del dólar, debido a la apertura comercial y la restricción de pesos en circulación.

Aunque el mercado estima que la inflación anual podría cerrar en torno al 27,3%, el Gobierno proyecta un 22,7%, lo que consolidaría a 2025 como el año en que Argentina dejó atrás la espiral inflacionaria crónica que el kirchnerismo naturalizó.

Este cambio de rumbo no solo devuelve previsibilidad a la economía, sino que envía una señal clara: con disciplina fiscal, respeto a la moneda y apertura al mercado, Argentina puede volver a ser un país normal. Y ese es, sin duda, el mayor triunfo político y económico de la actual gestión.


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